De "Diario de Paris" (3)

Febrero

esa noche que cae sobre la ventana desierta, ella misma, abismada como un rostro al borde de la textura. Los que han abierto los brazos o las alas han caído en la magia de las palabras oscuras, tanto andar, tanto buscar el pequeño recinto de la memoria, tanto que da vueltas el horizonte como si el tiempo fuera su sustancia.

el pasado está desierto
un animal de escombros divinos
yo en la noche he empezado esta arqueología de los rastros
he quedado perplejo de mi propio viaje
de la claridad con que la mujer desnuda en la ventana desierta
apunta directo al núcleo de la tierra
y la tierra es sólo una palabra adherida al cuerpo
es sólo un cuerpo inexplorado que ha dejado al aire su osamenta

perderíamos el mundo, el oído, estaríamos del otro lado del océano ineludible si durmiéramos hoy. hay que acudir a la representación, darle una gota de veneno como se coloca un pequeño admirador entre miles de fieras. la fiera se tumba sobre el bosque, brilla, media parcela de mis palabras ocultas entran al espacio en llamas. del otro lado del océano es cierto que no nos espera nada, están las estatuas de nuestro juego sagrado, están las imprentas asfixiadas de la memoria. El sol hondo e inerte.

los labios hinchados en la espesura
como juguetes de vidrio que expelen un perfume abandonado
los labios de un sexo mercante sobre el tatuaje de algunas estrellas señeras
va el silencio del lado contrario
levanta una ola contra la piel del fuego nocturno
exacta furia que bulle como el rastro que busco

pasamos a la sala del ritual, el bosque ha sido mutilado de nombres, de sombras dobles. pasamos a la sala en la que el ritual se ejecuta con prefecta sincronía: dura un reloj sobre la oscuridad: abierto el cuerpo en colaboración con la constelación instantánea: adivinar un lenguaje con las mismas raíces de las que estamos postergados. pasamos a la sala del ritual como entrando al recinto pequeño de la memoria en el que solo caben nuestras sombras veladas.

extramuro forzado por tu viento
por tu aliento eremita
la salud en la ciudad nos obliga a mirarnos mientras desaparecemos
cuerpo en la balanza negra de la caída
levitación de la luz de la fuente
nada que se parezca a una palabra dicha por miles de años
entendida por todos los sueños
y excluida de cada morada indemne

la memoria dibuja antes de la presencia, los hombres están echados más acá, curándose. el universo es fácil de entender pero entender es fácil de olvidar.

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