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Affichage des articles du 2008

De "Diario de Paris"

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En los márgenes de tu casa has pintado el arco febril, me paseo y levanto la mano señalando sus límites con la bóveda, los juguetes de madera y el humo. Estoy después triste y depurado en un ciclo de viajes migratorios como de telaraña de tus manos a telaraña de tu cabellera. Viaje con todas las entrañas de árboles, poemarios mojados y parásitos del corazón. Al final descubro que solamente he estado hablando de tu cuerpo. Que todos los libros escritos y las ventajas perdidas han tenido que ver con tu cuerpo. Son consecuencia, como el humo de Roma, de tu cuerpo. Y lo más siniestro de estos días de entrar en razón es que seguiré hablando, escribiendo, celebrando tu cuerpo. Como el tirano que eleva la ciudad a una magnífica pira para tus diez mil ojos de azor adulto y luego bebe vino con cenizas. Qué decir del bosque donde cazaba mi madre, un búho cuyas alas rosadas se iluminan del temor al fuego y donde sus ojos contraen las pupilas. Las pupilas son el rumor de las palabras. Como si durm
a boca

De "Diario de Paris"

Cuando esa noche salimos al jazz y la noche cayó en la lluvia, ríspida, sobre los bares y los jardines, cuando esa noche podías leer el pensamiento de los transeúntes y dejaste el esqueleto del paraguas sostener al templo. Yo veía luces azules. Y cuando esa misma noche, más tarde, los patios de los edificios en Le Marais empezaron a incendiarse, contentos de la lluvia y del oporto, una foto hubiera valido para mostrar la sonrisa de tantos fantasmas en nuestro entorno. El vuelo a La India te hubiera costado menos, me trajiste un búho que se transforma en una calavera. Según la diosa de la noche, mis ventanas han estado abiertas toda la eternidad. Cuadernos del rey de plumas. Sin embargo la lluvia decaía en el frente, los obuses de una invasión demorada por las decisiones llegaron de improviso, sobre tu frente, en mis manos, en tus senos. El edificio abatido por mi sueño de revivir esa guerra de la que todos han hablado y tus ojos estallan como el vientre de un avión caza sobre el cielo

Partículas I

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Partículas II

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Partículas III

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Partículas IV

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Partículas V

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Partículas VI

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Partículas VII

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Partículas VIII

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Partículas IX

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Partículas X

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quinchamente

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De "Diario de Paris"

Hasta el ultimo árbol intenso de la noche, rápido, cortado en la penumbra y el frío, como olvidando las ideas en que toma sitio la ciudad. Yo no sé a qué me acerco, ni sé del movimiento, esa fruta transparente que el cine ha olvidado. Sόlo he aprendido de los ropavejeros, de su incansable ciclo de desvarío y de esa arqueología fugitiva. Muebles de lluvia rala, radios de madera con ciudades bombardeadas a todas horas, tuning de la memoria. El último triciclo que entra al serpentín de una fotografía sepia, cobijando los ojos y las monedas de cien soles para un dulce de Julián. Un ropavejero y un borde de noche, las puertas que se abren sobre un cuerpo de muñeca desvencijada y otra fotografía o una placa de rayos X que describe la sinuosa vigilia de un tren subterráneo, las aguas imantadas, lo obcecado. Artilugio es abrir tu cuerpo con mis ojos, venderte a un ropavejero ebrio, magnífico. Tu paseo sin sandalias por los parques sepultados en siglos de hielo que brotan de mi cabeza enferma.

Intenciόn

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De "Diario de Paris"

Por la tarde me siento a dormir en un parque de la ciudad sin rostro. Tú llegas, el resorte de la noche verde salta de las palabras “estoy durmiendo”, se nubla la espiral de tu espalda y sin decaer en el subsuelo amanezco tatuado en la banca. Saint-Germain-des-Prés. Recuerdo cόmo el ovillo del puerto, las olas y el pontόn, jalonaban la neblina en una curva infinita de matemática pesadilla. Sorteaba las tribus hostiles, las pirámides de mis abuelos y llegaba con mi sangre a tu casa derruida por los médanos que se trasladan como nombres fantasmas. Entendía siempre algunos lenguajes. Por la tarde pinto en los muros de Belleville el mapa de Lima y bebo una cerveza dorada como la telepatía. Yo diría que soy esquizofrénico y que algunas facultades de la memoria son principalmente de cemento. Yo digo de bronce. Yo digo alquimia. Para esperar que el bar cierre en tus manos -como unos párpados-, la batalla en el desierto debería comenzar como ese baile que me describiste levitando. Por el horar

Hotel de Brujas

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Del Libro de las Partículas

Interacción avant-propos Resurrección avant-propos Velocidad de la luz O casi inmersión en la Misma palabra velocidad Ulterior atrae anterior Se vengan de tu risa y un castillo de presencias inhabitable se levanta en las sombras velocidad de la oscuridad me toma de la mano ya que las estrellas revientan como un bastón del pulso sobre el silencio Ahora luego entre lo ínfimo Adorar luego el arriba y abajo donde hurga el vulgar morador de la materia santificado Hecho acorde a la inclinación del sueño Ahora hecho después Avant-propos interacción la luz de la velocidad para percibirte en tu paso casi de no materia como ataviado todo de un peso íntimo avant-propos la misma velocidad de la palabra y palabra desbaratada no el sonido Digamos : Universo Actual concentración del espejo Que rodea el cauce de la luz Diría : Astro enano en la materia Lo que supiste y siempre en la oscuridad tú que viajas y te transmutas Horror de los ojos sobre una cartografía indeleble centrípeta Dijeron : neutrino

Lo que canta el chamàn

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Del Libro de las Partículas

Mira que si te exploro con tus propias señas oscuras abriendo un cuaderno y entretanto durmiendo armoniosamente Aislado de cuanto se nombra con este lenguaje Fácil de ser inclinado hacia abismos del todo petrificados diástole a diástole el abismo mismo vuelto un fósil obscuro del que lo inalcanzable es el centro es decir salir como por la puerta montada a resguardo de lo divino sobre tu lecho mi lecho Del arte de la exploración con palabras desenganchadas caídas retrocedidas desamuralladas y en torno al presagio de las botellas con plumas que atacarán al soberbio silencio para flotar con sus mensajes los sobrevivientes del sueño hacia el fósil como el naufragio Por haber explorado todo se viene al diablo Armoniosamente mi bella hueco el palmo a palmo en el epitelio del sueño y del plano de la morada construída de huesos de tantas estrellas furtivas cazadas sin sopeso del balance universal ni del visceral la morada que te cubre del frío y donde una luz que gira sobre sí misma da con la