De "Diario de Paris" (2)

Enero

un vino en la mesa
los rayos que pasan a la habitación
la cama se suspende
y tú hablas en el silencio
la botella rueda por la atmósfera
la habitación culmina perdida entre las olas
yo me suspendo
y tú hablas en el silencio

cortando el viento, en este viento sencillo, olvidado. A la quimera que aparenta llevarse tus ojos en una botella roja, cada quimera que despierta en el cuadrante o en pleamar. sería así toda la tarde, escribiendo con tiza en las calles, marcando el paso del sol como un testigo abierto sangrando. ¿por qué el dominio de las calles se vuelve transparente a tu paso?

estado de electrocución en la habitación nubosa.

un vino en la mesa
los rayos mecanizan esta visión
la cama cuaja en un engranaje de tus órganos
y tú hablas por no morir
la botella con tus ojos flota en unas manos de sangre
la habitación nubosa es roja es inolvidable como una prisión vacía
yo me intensifico
y tú pendes de una calma como la muerte

hablando con el sólido piso que marca los estadios de mi cabeza. sobretodo la marea que repite un círculo fino de cabellos azules en las paredes. ahogarse en un culto, en una inmersión insensata. para dormir en el castillo de san mezzano he posado lámparas de sueño, palabras de guerra antigua en mis lugares preferidos. unas iluminan hacia las constelaciones, haciendo de las paredes, una continuidad incalculable; las otras iluminan hacia el núcleo de los cristales, haciendo de las venas y el morador un perdido ciclo de estrellas adivinatorias.

abrumado debajo de la noche, del bosque, entre indios hostiles, mi cabeza gira en un pedestal de sal negra y tengo ojos para tus sueños.

tú piensas que estoy escribiendo bajo la choza encendida.

un vino sobre la mesa en llamas
los rayos transparentes se tiñen de fuego
la cama cruje como el cuerpo abrazado por bestias
escucho que el fuego habla en mi lengua
la botella con tus ojos y la quimera con mi sangre
habitación verdadera
yo me escucho
te alcanzo

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